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¿Ahorrar o Invertir? Ambas son fundamentales. En la planificación de las finanzas personales es preciso detenerse y analizar la mejor opción para una tranquilidad económica en el futuro ya que las nuevas condiciones mundiales y locales nos llaman a estar un paso más adelante que el ahorro.

Décadas atrás nuestros abuelos podían confiar tranquilamente en las seguridades públicas, en la relativa estabilidad de las grandes compañías y de una menor volatilidad en el mercado. Las burbujas económicas, el Internet, los cambios de tecnología y la incertidumbre política-económica actuales, nos obligan a dejar de pensar en el mundo de las inversiones como algo lejano, difícil o imposible.

El ahorro consiste en guardar parte de los ingresos actuales para usarlos en un plan financiero con objetivos a corto, mediano o largo plazo. Por ejemplo: un viaje, una emergencia, o un plan de retiro. Los riesgos son mínimos y es la alternativa a la que más personas deciden acceder. De hecho, es el paso previo a la inversión; sin ahorro, no es posible invertir.

Pese a esto, hay quienes deciden subir al siguiente escalón: trabajar su monto de ahorro para que se incremente. En eso consiste la inversión. Por lo general los objetivos son a largo plazo y mucho más ambiciosos, como conseguir costear la carrera universitaria de los hijos, dejar la herencia de un negocio importante o tener ingresos mensuales/anuales adicionales.

Quienes no dan este paso intentan evitar riesgos de pérdidas o no cumplir los objetivos planteados, sin embargo, el ahorro es un recurso líquido y más accesible, por lo que es más probable que sus fondos sean utilizados antes de lo previsto en gastos o urgencias temporales. A lo máximo que se puede aspirar, es a conservar el poder adquisitivo acumulado con pequeñas ganancias en intereses, casi sin aumentar su valor en el tiempo.

La inversión nos ofrece más y las opciones son infinitas: comprar un terreno, una casa, una oficina, montar un negocio propio, obtener acciones de una empresa y más. Lo importante es saber invertir; mantener un correcto historial financiero ya no es suficiente. Es preciso analizar cómo nos vemos en 15 o 20 años y recibir un correcto asesoramiento.

Para esto:

  1. Analiza con calma y busca asesoramiento profesional:, en el caso de la compra de un inmueble, por ejemplo, los riesgos son mínimos si se analiza qué empresa se encuentra atrás del proyecto, su historial, la plusvalía del sector, si es nueva, los diferentes usos que se le puede dar, entre otros. ( Conoce las ventajas de invertir en un inmueble. )
  1. Conoce qué tipo de inversor eres: determina claramente tus objetivos, situación financiera y actitud o tolerancia frente al riesgo (para saber qué sí y qué no).
  1. Recuerda que uno de los factores más importantes es el tiempo: para recibir los mejores frutos de tu inversión es mejor invertir antes, que después.

La tranquilidad económica no llega con recetas mágicas en manos del Estado o la situación mundial: los cambios y calidad de vida dependen de decisiones personales y el ahorro e inversión ya no son opcionales.